miércoles, 3 de octubre de 2012


ETAPAS DEL DISCERNIMIENTO VOCACIONAL

Primera Etapa
Etapa del Descubrimiento
En nuestra vida suceden acontecimientos que se ven marcados por una realidad profundamente humana: la del "descubrimiento". En nuestra niñez prontamente descubrimos la seguridad y el deber de obediencia a nuestros padres y mayores. En la pubertad y adolescencia ocurre el descubrimiento de la sexualidad, y genitalidad que se asientan en nuestro cuerpo e inciden en el espíritu; al mismo tiempo hacemos el descubrimiento del 'otro' no como objeto del que puedo disponer, sino como sujeto con el que puedo caminar. Es en este tiempo precioso de novedades, es que también hacemos el descubrimiento del mal uso de la libertad, de los vicios, de la superficialidad y el desorden en la vida; pero al mismo tiempo, descubrimos que estamos hechos para algo más grande; en el corazón se da una serie de anhelos y sueños que buscan realizarse con imperiosa necesidad. Es en esta etapa donde urge descubrir para qué estamos aquí, en este mundo, en este momento de la historia, en el seno de una familia concreta y en una Iglesia que tiene urgencia y demanda de cristianos auténticos pero en diferentes vocaciones y ministerios.

La pastoral vocacional ofrece en este primer momento una serie de temas que invitan al descubrimiento de "uno mismo", "del otro" y de Dios. Respóndete a ti mismo:
1. ¿Quién soy? La realidad y el drama de la búsqueda.
2. ¿Qué talentos tengo en mis manos? La conciencia
3. ¿Qué quiero ser? Las metas y prioridades de mi vida
4. ¿Qué quieres Señor, de mí? ¡Habla que tu siervo escucha!

Signos y síntomas de una llamada de Dios a alguien para consagrarse a él en la vida religiosa o la sacerdotal.

Como en el amor humano, en la vocación sacerdotal no hay reglas absolutas. Se puede, sin embargo, tener en cuenta algunos aspectos o rasgos generales que ayudan a discernir si un joven está siendo llamado por Dios o no.

•  Vida en gracia. Podemos decir que el fin último del ministerio sacerdotal es lograr que todos los hombres vivan en gracia de Dios y así se salven eternamente. Para eso vivió, murió y resucitó Jesucristo, para darnos vida eterna.
•  Los cristianos, auxiliados por los sacramentos, debemos y podemos vivir permanentemente en gracia. Es por eso que recibe el nombre de gracia habitual. Siendo frágiles cualquiera puede en un momento dado cometer un pecado o error y verse así privado de la paz interior. Un católico no tolera vivir en pecado y busca la reconciliación con Dios en el sacramento de la penitencia lo más pronto posible.
•  Gusto por las cosas de Dios. Muy raro sería que se manifestara una vocación en un muchacho tibio y desapegado. Por lo general, existe una inclinación, tal vez heredada y vivida en la familia, hacia lo religioso, lo pacífico. El gusto por las cosas de Dios, a pesar del mal ambiente familiar, puede llegar súbitamente como un magnífico descubrimiento a partir de un encuentro con Cristo, por ejemplo en una jornada de vida cristiana o en un retiro espiritual. De pronto Dios es el personaje más importante en la existencia y todo lo que tenga que ver con Él es maravilloso: Biblia, sacramentos, catequesis, apostolado, parroquia, oración, obras de caridad, liturgia, servicio, etc... No es de extrañar, por lo tanto, que se diga: "esto es lo mío" y piense entrar en alguna comunidad religiosa o seminario.
•  Capacidad intelectual. Cuando un joven ha podido terminar estudios secundarios, está demostrando al menos dos cosas: cierta capacidad intelectual y haber tenido la disciplina suficiente para terminar satisfactoriamente. Podemos sospechar que los estudios filosóficos-teológicos no serán un obstáculo infranqueable. En la comunidad o cualquier casa de formación religiosa/sacerdotal se estudia mucho y por largos años. Por lo general son tres años de filosofía y cuatro de teología, aparte de un año de noviciado. Es por eso que hacen falta tanto la inteligencia como la perseverancia. Los sacerdotes, al final de sus estudios, son tan profesionales o más, que un licenciado, ingeniero o doctor.
•  Equilibrio emocional. El ministerio sacerdotal o la consagración religiosa, y la vida misma en el seminario o casas de formación, van a someter al joven a duras pruebas y presiones. Es por eso que se requiere de una estabilidad bien cimentada. Las personas frágiles, volubles, en extremo emotivas, desequilibradas, no son aptas para el sacerdocio y tal vez ni para el matrimonio. Cuando se tiene sobre los hombros la responsabilidad de una parroquia o la dirección de una escuela, cuando los problemas de la gente llegan por todos lados, cuando hasta las tentaciones acechan, es necesario poseer una ecuanimidad y un dominio de sí a toda prueba. Una persona sin esas cualidades será un problema permanente tanto en el seminario, como en la casa de formación, y siempre en la vida ministerial o religiosa.
•  Vida de castidad. Relacionada con la estabilidad emocional viene la capacidad de vivir en castidad perfecta. En un mundo hedonista, donde se concede un valor absurdo e indiscutible al placer y consumismo, sea del tipo que sea, el voto de castidad parece una locura incomprensible. Pero es la gracia de Dios que nos ayuda a vivir con libertad la grandeza del amor a los hombres. Nos hacemos libres para amar no a uno en particular sino a todos en Cristo. Casto es ser transparente en las manifestaciones afectivas, emocionales. No temer a ello, sí se puede. Jesucristo nos dice: “Mi gracia te basta”. El candidato a la vida consagrada es invitado a continuar viviendo la castidad del célibe cristiano, permanentemente, por el Reino de los Cielos. Si ya desde joven ha comprobado tristemente que no le es posible la continencia, debe antes de atreverse a emitir el voto de castidad, comprobar que ha superado esa debilidad y puede en el futuro ser fiel a su promesa.

El voto de castidad hace del sacerdote y del religioso o religiosa, no solamente un hombre o mujer libre de las cargas inherentes a la vida de familia, sino también un signo impactante para el mundo, de los valores trascendentales del Reino de Dios. El que un hombre o mujer renuncie a una cosa tan de acuerdo con la naturaleza humana, como es formar una familia, supone un acto de fe formidable en la Vida Eterna de la Gloria. Es pura gracia.

•  Amor a la Iglesia. El religioso(a) y el sacerdote trabajan tiempo completo por el Pueblo de Dios: Todas sus energías, proyectos, ilusiones, van encaminadas a la instauración del reino de Dios en la tierra, extendiendo sus límites a los confines del mundo. En otras palabras, toda su vida en una apasionada entrega a la Iglesia. Un muchacho que ha descubierto el proyecto de Dios, ama ya a la Iglesia y trabaja por ella en obras de apostolado desde su posición laical. No solamente medita directamente el Evangelio, sino que estudia asiduamente los documentos del Magisterio. Escucha atentamente la voz del Papa y de su obispo, se interesa en los acontecimientos eclesiales como pueden ser los viajes pastorales del Papa, las reuniones episcopales como el CELAM, etc... Es en otras palabras, un "hombre de Iglesia".
•  Amor a la Eucaristía. Podemos decir que la cumbre del ministerio sacerdotal es la celebración de la Eucaristía (misa); "ella es cumbre y fuente de la vida de todo cristiano." En la misa es cuando un sacerdote es más sacerdote. Es cuando los poderes sacerdotales rayan en lo inaudito: ¡consagrar el pan y el vino para ofrecer al Padre la Víctima Divina y luego repartirla al pueblo fiel! La intimidad con Jesús Eucaristía es uno de los signos más claros del llamado al sacerdocio. Pasar largos ratos ante el Sagrario, participar gustosamente en la misa, comulgar no tan solo los domingos, sino a diario si es posible, sería lo más lógico en el proceso hacia el sacerdocio. Esta gracia se va adquiriendo poco a poco, si por ahora no tienes esta práctica, ten calma, más adelante, con las oraciones y la bendición de Dios, llegarás a amar la Eucaristía, pues de él brota toda la fuerza de nuestra consagración.
•  Actividad Apostólica. Se ha mencionado que el candidato, por su amor a la Iglesia, participa en el apostolado. Del mismo modo como un chico que desea ser futbolista se pasa el día pateando pelotas y no pierde ocasión de jugar, el muchacho que es llamado al sacerdocio, se interesa por las obras de apostolado generosamente. Tal vez no lo reflexione ni se dé cuenta, pero el apostolado se convierte en el valor principal en su vida: ir de misiones, llevar esperanza a los asentamientos humanos, pueblos lejanos, olvidados…a los pobres darles ánimo y levantarles su dignidad de hijos(as) de Dios. Podemos decir que el celo apostólico es un signo y un camino de la vocación sacerdotal y de consagración religiosa.
•  Amor a los hombres. Ligada a lo anterior, el consagrado(a) no se fuga del mundo ni es incapaz de amar ni tampoco le tiene miedo a las mujeres o a los hombres; siente un amor y respeto profundo por ellos, el mismísimo amor de Dios lo mueve y lo apasiona; si no fuera así, estaría llamado a muchas cosas quizás, pero no a consagrarse a Dios. Más al contrario, cuando uno descubre en su vida la bondad, misericordias y amor de dios, es cuando más ama, más ama a sus familiares, a sus amistades, a las personas que le rodean. Se entrega, se abre a la belleza de la vida. Nos hacemos totalmente otro, llegamos a decir como Pablo: “No soy yo quien vive en mí, es Cristo quien vive en mí”.

Segunda Etapa
Etapa de Búsqueda.

Cada día que empieza trae sus metas, preocupaciones, derrotas, esfuerzos y conquistas; pero es indudable que la pregunta por el mañana y lo de deseamos de él caracteriza a la juventud. Su santidad Juan Pablo II afirmó sin vacilaciones en su libro Cruzando el umbral de la esperanza, que la juventud "no consiste en al acumulación de un determinado número de años, sino en el período que buscamos respuestas a las grandes interrogantes de la vida, y buscamos darle sentido a la misma". ¡ Búsqueda , he aquí la segunda gran etapa de nuestra vida! El ser personas en búsqueda, obedece a que somos seres inacabados, somos "proyectos", nos estamos realizando y construyendo a diario. Todos buscamos la felicidad, la verdad, la eternidad, el amor; donde nos distinguimos unos de otros es en el "donde" lo estamos buscando.

En la segundo etapa del discernimiento, la pastoral vocacional pretende acrecentar en los jóvenes esa búsqueda de respuestas y de sentido para sus vidas. Quiere ayudar a los jóvenes a no identificar placer con amor, peligro con riesgo, alegría superficial con felicidad duradera, acompañándoles en su búsqueda, ayudándoles a decirle a Jesús, lo mismo que un día, el joven Samuel le dijo a Dios: "habla, que tu siervo escucha". Nuestra meta no consiste en ayudar a los jóvenes a ser curas o monjas a cualquier precio, sino santos y felices seres humanos. Si logramos esto, al tener hombre cristianos auténticos y felices, es seguro que Dios suscitará abundantes siervos y ministros del altar, santos y felices.

CONTENIDOS DE ESTA ETAPA

•  Vocación a la vida y la vida como vocación: El hombre en búsqueda de Dios.
- La búsqueda de felicidad y de sentido de la vida: Dios al encuentro del hombre.
- La ciudad del hombre (el mundo real: historia y utopía) la ciudad de Dios (el mundo ideal: metahistoria y escatología)
•  Las crisis y tentaciones ante la llamada de Dios.
•  Diferentes respuestas a una única llamada: ser santos y felices.
•  Las nubes de la decisión.

Tercera Etapa
Etapa de Discernimiento

Tomás de Kempis, autor de la Imitación de Cristo (siglo XV), exhortaba a tener prudencia en las acciones con las siguientes palabras: "No se debe dar crédito a cualquier palabra ni a cualquier espíritu; mas con prudencia y espacio se deben, según Dios, examinar las cosas. [...] La buena vida hace al hombre sabio, según Dios, y experimentado en muchas cosas. Cuanto alguno fuere más humilde en sí y más sujeto a Dios, tanto será más sabio y sosegado en todo."

A veces no sabemos que rumbo tomar ni por cual decisión optar; es en estos momentos donde necesitamos sabiduría, prudencia y discernimiento para no equivocarnos, ni herirnos ni herir a las personas que están a nuestro alrededor, lo peor que nos puede pasar en la vida es "pasar" por ella y que ella nos pase a nosotros, o simplemente querer pasarla bien. Discernir significa medir fuerzas, capacidades, valorarse y arriesgarse. El Papa Juan Pablo II nos hacía un reto que no podemos olvidar: "Jóvenes, cuando elijan su futuro, no lo hagan sólo para ustedes mismos." Una vez que hemos descubierto que no estamos demás en el mundo y que hemos avanzado por la vida buscando respuestas, debemos detenernos y discernir, para esto se hace necesario intensificar el dialogo con Dios y con los otros; en esta etapa se hace urgente y necesario preguntarse muy en serio, ¿qué quiero? ¿puedo conseguirlo? ¿por cuanto tiempo?¿con qué auxilios? Y lo más importante ¿Eso es lo que Dios quiere y me pide? ¿Puedo darlo? ¿Quiero darlo? ¿Me hará feliz? Si hay algo que caracteriza a esta etapa es que nunca como en ella, el destino está en tus manos; la decisión que tomes será la correcta, pues viene de ti.

El destino

"Cuentan que había un hombre muy sabio y anciano en la cumbre de un "monte". La gente de la aldea al corregir a sus hijos siempre les decían: no griten, porque el anciano sabio que mora en lo alto del monte dice que: ¡Quién grita pierde la razón y ofusca el corazón!. No peleen, porque el anciano enseña: ¡Quién emplea la fuerza oculta su vulnerabilidad, al no ser fuerte como hombre, libera un monstruoso animal que lleva dentro de sí! No falten a sus mayores, ya que el sabio de la montaña instruye: ¡Quién ignora las canas, ignora el futuro y quien no respeta el mañana, irrespetara el ahora! Todos los minutos, a cada acción de los jóvenes y niños rebeldes, le sucedía una enseñanza de los padres, de lo que decía el anciano sabio que moraba en el monte. Como era de esperarse, ellos estaban hartos de tanta enseñanza, y un día, dos de ellos se decidieron poner fin a la fama de sabio del viejo del monte. Salieron con esa intención muy temprano y buscaban la manera de consumar su plan. De pronto dos pajarillos que ensayaban sus débiles alitas cayeron ante ellos de la copa de un árbol El mayor de los dos jóvenes exclamó: ¡Ya lo tengo! ¿Qué cosa? Preguntó el otro. La manera de acabar con la fama de sabio del viejito. Esto es lo que haremos: nos acercaremos a él con las manos ocultas y le preguntaremos: Anciano sabio: ¿A qué hemos venido? Si nos dice algo parecido como: a preguntar algo, creo..., le diremos: sí. Dinos: a parte de las preguntas ¿traemos algo más? Si nos dice que llevamos los pajaritos, porque tal vez nos vio y no nos dimos cuenta, le diremos ¿Y como están esos pajaritos? Si nos dice que están vivos, los apretamos y sofocamos y se los enseñamos muertos. Si nos dice que están muertos, abrimos las manos y los dejamos volar. Y se acabó su fama y la necedad de nuestros padres, y ya.

Así subieron el monte cuando llegaron donde el sabio y le dijeron: Dinos sabio ¿A qué hemos venido? El anciano con sus ojos cerrados, les respondió: Supongo que han venido a buscar respuestas. Más o menos, dijeron los jóvenes. ¿Sabes si traemos algo más? Si, respondió el anciano suspirando profundamente. ¿Dinos que traemos? Traen sus vidas y unos pajaritos en sus manos. Palideciendo, los dos jóvenes replican: ¿Dinos como están esos pajaritos? Ya se los he dicho, pero no supieron escuchar. Abriendo los ojos y clavándolos en los de los jóvenes les dijo: Traen sus vidas y unos pajaritos entre sus manos. Esos pajaritos representan su juventud y sus vidas, ellas están como ellos: en sus manos. Si los quieren vivos, vivirán, si los quieren muertos, morirán". ¿Sabes lo que quieres y cómo lo quieres?

DEFINICIÓN

En esta etapa de discernimiento vocacional se estimula el crecimiento de las inquietudes vocacionales de quienes perseveran en los encuentros, y de aquellos que crecen en sus comunidades o parroquias a través de sus compromisos apostólicos, grupales y parroquiales; dando prioridad al crecimiento espiritual fundado en una fe sólida, que crece y madura en la frecuencia sacramental, la oración y el apostolado.

Toma de decisiones

Ya estamos en el umbral de las respuestas, fue toda nuestra niñez llega de preguntas: ¿qué es esto? ¿Aquello? ¿Por qué es…? ¿Para qué…? Llega la adolescencia y abandonamos las preguntas para aventurarnos a la libertad, al descubrimiento de uno mismo… Ahora estás en plena juventud con interrogantes aún sin resolver: ¿casarme? ¿Profesión? ¿Trabajo? ¿Ser padre/madre de familia? Hora de tomar decisiones. Nadie lo hará por ti. Esta etapa es la más especial, pues ya has recorrido largo camino de discernimiento. Decide de acuerdo a tus convicciones, de acuerdo a tu conciencia, a tus creencias. Que nada influya tu decisión trascendental, pues de ella depende tu felicidad.

martes, 2 de octubre de 2012


EL QUE QUIERA SER GRANDE

El mundo de hoy sólo acepta a los "grandes", a los mejores, a los primeros en el ámbito económico. Se ve también en los jóvenes, cómo ansían tener lo mejor del momento, aunque no les falte nada o lo tengan todo. Esto ha provocado que el hombre se olvide de su dignidad, de que está hecho para conseguir ideales más grandes, que un poco de gloria, por tener abundantes riquezas, no pueden dar.

Así es nuestro mundo, o mejor así hemos hecho nuestro mundo. Pero la realidad de Dios es otra. Es opuesta a los criterios del mundo. Cristo nos dice que si queremos ser los primeros seamos los últimos, y si queremos ser los más grandes sirvamos a todos. Lo que más vale en el hombre es su vida interior, sus virtudes, su voluntad, y no cuánto tiene o posee.

Por eso los más grandes en el Reino de los Cielos son los que son como niños, porque Dios ama a los pequeños de espíritu. ¿Cómo podemos hacernos niños ante Dios? La solución es sencilla, pero muy difícil por lo que significa para cada persona. Hay que ser humildes a ejemplo de Cristo, que supo decir que sí a lo que el Padre le pedía aun cuando le costase muchísimo. 

domingo, 30 de septiembre de 2012


SON AMIGOS, NO ADVERSARIOS

A pesar de los esfuerzos de Jesús por enseñarles a vivir como él, al servicio del reino de Dios, haciendo la vida de las personas más humana, más digna y dichosa, los discípulos no terminan de entender el Espíritu que lo anima, su amor grande a los más necesitados y la orientación profunda de su vida.

 El relato de Marcos es muy iluminador. Los discípulos informan a Jesús de un hecho que les ha molestado mucho. Han visto a un desconocido «expulsando demonios». Está actuando «en nombre de Jesús» y en su misma línea: se dedica a liberar a las personas del mal que les impide vivir de manera humana y en paz. Sin embargo, a los discípulos no les gusta su trabajo liberador. No piensan en la alegría de los que son curados por aquel hombre. Su actuación les parece una intrusión que hay que cortar.

 Le exponen a Jesús su reacción: «Se lo hemos querido impedir porque no es de los nuestros». Aquel extraño no debe seguir curando porque no es miembro del grupo. No les preocupa la salud de la gente, sino su prestigio de grupo. Pretenden monopolizar la acción salvadora de Jesús: nadie debe curar en su nombre si no se adhiere al grupo.

 Jesús reprueba la actitud de sus discípulos y se coloca en una lógica radicalmente diferente. Él ve las cosas de otra manera. Lo primero y más importante no es el crecimiento de aquel pequeño grupo, sino que la salvación de Dios llegue a todo ser humano, incluso por medio de personas que no pertenecen al grupo: «el que no está contra nosotros, está a favor nuestro». El que hace presente en el mundo la fuerza curadora y liberadora de Jesús está a favor de su grupo.

 Jesús rechaza la postura sectaria y excluyente de sus discípulos que solo piensan en su prestigio y crecimiento, y adopta una actitud abierta e inclusiva donde lo primero es liberar al ser humano de aquello que lo destruye y hace desdichado. Éste es el Espíritu que ha de animar siempre a sus verdaderos seguidores.

 Fuera de la Iglesia católica, hay en el mundo un número incontable de hombres y mujeres que hacen el bien y viven trabajando por una humanidad más digna, más justa y más liberada. En ellos está vivo el Espíritu de Jesús. Hemos de sentirlos como amigos y aliados, nunca como adversarios. No están contra nosotros pues están a favor del ser humano, como estaba Jesús.     

viernes, 28 de septiembre de 2012


Reflexión del evangelio del día

Lectura del santo evangelio según San Lucas 9,18-22:
Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: « ¿Quién dice la gente que soy yo? » Ellos respondieron: « Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado. » Les dijo: « Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? » Pedro le contestó: « El Cristo de Dios. » Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie.
Dijo: « El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.

Hoy en día descubrimos que recorremos diferentes caminos y diferentes tiempos, tanto a nivel iglesia como a nivel sociedad. Tenemos distintos objetivos que como seres humanos, parte de una misma especie, no hemos podido congeniar para lograr realizarlos plenamente, ya que nuestros esfuerzos, desilusiones, cansancios, silencios o rabia que vamos acumulando en la vida van trazando nuestra biografía un matiz de tristeza y apatía, desesperación y melancolía, que se esconde debajo de una supuesta alegría o satisfacción por alcanzar ciertas metas en nuestra vida. Lo descubrimos en la biografía de cada hombre y de cada cristiano que lucha por ser feliz, por alcanzar sus objetivos y por darle lo mejor a su familia. De esta manera nos damos cuenta que hay un tiempo para todo, un tiempo para cada cosa, un tiempo para cada uno, un tiempo del cual no somos dueños, ni tenemos control del todo sobre el. Por eso tenemos que aprovechar cada tiempo, cada momento que Dios nos da para realizar el bien, para darse cuenta del bien o del mal que hemos realizado, y de cada una de las cosas que hemos hecho, y es aquí donde es Señor nos lanza directamente la pregunta: ¿Qué saca el obrero de sus fatigas?

Cada cosa que hay en el mundo y cada tarea que le ha sido encomendada al hombre, Dios no se la ha dado como una carga pesada ni para afligirlo: todo lo hizo hermoso en su sazón y dio al hombre el mundo para que pensara; para que lo trasformara, no para mal sino todo lo contrario, y no porque tuviera imperfecciones sino para hombre se sintiera parte y coheredero de la creación, pero este es el punto, el hombre no se ha dado cuenta y por lo tanto no ha abarcado todo el potencial de las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin.

Es así como a lo largo de nuestro camino nos llega el tiempo también para reconocer y responder a la a la pregunta que le hace Jesús a sus discípulos: “¿quién dice la gente que soy yo?”. Y tal vez nosotros quisiéramos poder responder lo mismo que Pedro, que Jesús es Mesías. Pero, al parecer nos resulta un tanto difícil, o tal vez no es que sea difícil sino coherente, ya que de decirlo y expresarlo, cualquiera lo puede y decir, pero vemos que al echar un vistazo a esta forma de vida, a nuestras opciones y relaciones vemos que no es tan evidente esta respuesta, vemos que no es tan coherente nuestra forma de hablar con nuestra forma de actuar, ya cada semana los domingos en la misa dominical podemos afirmar que Jesús es el Señor, el Mesías; pero al salir de la misa y durante la semana, en cada actividad que realizamos diariamente vivimos una tajante división entre la fe que profesamos y la vida que vivimos.

Sin embargo, seguimos yendo tras Jesús y su Espíritu que impulsa nuestra vida, o al menos eso creemos. Nos empeñamos en ir detrás de una Palabra que no nos deja indiferentes, que no nos permite las justificaciones sencillas y que nos empuja a salir de nuestros ámbitos conocidos y conformistas, ampliando siempre nuestros horizontes.

Es por eso que a todos nos encantaría poder responder a la pregunta de Jesús con el mismo ímpetu y con esa misma fuerza con la que lo expresa el apóstol Pedro, con responsabilidad y coherencia con compromiso y tenacidad. Al igual también quisiéramos dar respuesta a las inquietudes de tantas personas que están siendo “abandonadas” por nuestra ausencia de cuidado y protección.

Pero lo importante de todo esto es que, a través de cada una de esta situaciones que nos toca vivir en nuestro tiempo, es comprender que nuestro tiempo no es el tiempo de Dios, que Él nos da el tiempo para hacer en cada momento lo que tenemos que hacer o lo que queremos hacer incluso, cuando queremos renegar de Dios, cuando nos olvidamos de Él, cuando enajenados por nuestro vicios, nuestras debilidades y nuestros pecados le damos la espalda a Dios que nos lo ha dado todo. A pesar de que vivimos estos tiempos, el Señor no nos deja solos y nos invita a vivir en cada uno de estos momentos y unirlos la pasión, la muerte y juntamente con ello, ya que es inseparable la resurrección de Jesucristo el Señor, aunque nuestra respuesta siga siendo tibia, el Señor  seguirá provocando en nosotros una respuesta mejor a fin de transformar nuestro mundo y provocar en nuestra comunidad una revolución-amorosa que termine con los odios y rencores que cada día lo están acabando más.


JORGE PEÑA RESENDIZ

jueves, 31 de mayo de 2012

BIENVENID(A)OS A LOS "FORO-WEB-LTL": FORO-WEB mayo 2012

BIENVENID(A)OS A LOS "FORO-WEB-LTL": FORO-WEB mayo 2012: a) Hacer el comentario con tiempo, para que sea con fundamentos bibliográficos, ya sea la proporcionada por el ISEE, o por libre elec...

El rol de la mujer dentro de la organización social y cultural de los pueblos de la antigüedad estuvo limitado a obligaciones de menor impacto (aparentemente) en la vida de los pueblos. En la cosmogonía, los mismos hombres dieron su lugar a la mujer conectado con el origen. Muchos pueblos ubican su origen de una deidad de género femenino, pero esta labor de la deidad es limitada a la maternidad.

Hay otros divinidades que tienen injerencia en la vida de los hombres, en su gran mayoría, de género masculino y cuya acción es patrocinando las labores, actividades o momentos en la vida cotidiana de los hombres en donde se destacara la fuerza, la inteligencia o el poder. De esta manera, por ejemplo, tenemos un dios de la guerra en muchas civilizaciones antiguas. Tenemos un dios de las artes manuales. Se tiene un dios supremo sobre todo el panteón.

La figura del género femenino quedaba relacionada con actividades de menor trascendencia, o con labores artísticas o de fuerzas naturales poco trascendentes. Así, se conciben diosas de la fertilidad, de la agricultura, divinidades cuyo patronato es sobre sentimientos, como el amor, el patronato sobre las artes, etc., labores en general más conectadas con la mujer y su labor al seno del hogar.
No obstante, hubo civilizaciones conformadas en torno de una matrona, algunas míticas, algunas reales, por ejemplo las amazonas, pero son ejemplos que se pierden en la cronología de la historia. Mientras que los hombres buscaron mantener control, poder y dominio, el rol de las mujeres fue más en la línea de favorecer la supervivencia. De esta manera, mientras los hombres procuraban alimento con la caza y la pesca, la recolección de frutos fue actividad que las mujeres trabajaron, de tal manera que observando el ciclo natural de fecundidad de las plantas aprendieron sobre los ciclos fértiles y la manera de aprovechar el clima para ir cultivando algunas plantas para aprovecharlas en la alimentación. Quizá no fue con la sofisticación posterior, pero sus observaciones fueron básicas en el proceso de controlar y someter la naturaleza, para satisfacer las necesidades de los hombres.

Posteriormente, ya en civilizaciones más evolucionadas, se ve más claramente definido el rol de cada uno de los miembros de estas sociedades, pero el rol de las mujeres se mantiene de la misma manera, subordinado al control de los hombres y limitado a las labores domésticas o procreativas. En la civilización griega se ve un fenómeno cultural peculiar, el que los mismos hombres prefirieran tener compañeros sexuales jóvenes, muchas veces de su mismo género, reduciendo el rol de la mujer en muchos casos sólo a la procreación. Este fenómeno pronto tendrá su repercusión en el mundo romano, en donde también se repetirán algunos patrones de este comportamiento.

En la tragedia de Orestes, él mismo asesina a su madre y es perseguido por las Erinias, diosas tutelares quienes lo persiguen y lo acosan para que pague su crimen. Orestes, para justificarse responde: «mi madre es una extraña, que solo prestó su vientre, como un recipiente que contiene un líquido y luego se extrae de ahí; nada tengo de ella…». Esto tiene un impacto enorme, puesto que refleja la realidad vivida por los griegos. El formarse en un vientre materno no implica vínculos ni genéticos ni emocionales. Era un recipiente que sólo contenía algo que luego cambiaría de lugar. Si había alguna herencia física o emocional, debía ser totalmente paterna.[1]

Pero la realidad que se vivía no estaba tan lejos del mito. Las situaciones reproducidas en el mito, tenían un paralelo entre los hombres. La mujer era para tener los hijos, y el hombre podía tener las concubinas que quisiera, incluso puestas juntas en un lugar propio para ellas en las quintas o grandes casas griegas, conocido como gineceo. Pero eso sí, tenían que ser fieles a sus hombres. La fidelidad era para las mujeres, no para los hombres. En la mitología existe un gran número de ejemplos entre los dioses donde no se le daba a las mujeres el respeto debido. Zeus, por ejemplo, elegía a quien él quería, sin respetar, incluso a su esposa. Era larga la lista de «hijos» engendrados por el dios con mujeres mortales, o con diosas. Apolo, uno de sus hijos, era en ese sentido, muy parecido a su padre, con la diferencia que, respetó mucho más que su padre las negativas de sus probables amantes.

Estas imágenes fueron concebidas en la mitología, pero también fueron llevadas al arte puesto que eran las temáticas de grandes piezas épicas. Por ejemplo, la Ilíada es una obra muy representativa de esta fase histórico-cultural de Grecia. La historia contada en ella es la guerra entre Grecia y Troya, desatada por una situación ya mencionada: la infidelidad de una mujer. Helena, esposa de Menelao rey de Laconia, hermano de Agamenón, rey de Argos y esposo de Clitemnestra.

El problema básicamente, Helena, mujer considerada la más bella del mundo es seducida y raptada por Paris, príncipe de Troya. Aquí la dificultad no radica en la cuestión del rapto o el abuso hacia la mujer, sino en la deshonra del esposo, y como tal exige algo que restituya su honor perdido. El conflicto se agrava, al grado que ya no es sólo Menelao, ni Agamenón, sino que toda Grecia ha sido deshonrada y se lanzan en campaña contra Troya, ya no sólo contra Paris, sino contra Príamo, rey de Troya y Héctor el príncipe heredero del trono. Al final, las tropas de Troya son vencidas, su ejercito derrotado, la familia real desmembrada, la ciudad arrasada y toda la gente es dispersada por los pueblos de la comarca.

Otro ejemplo conocido de lírica griega en donde la mujer es presentada en una situación extrema es en la obra de Sófocles, en donde se manifiesta como pregunta central de la historia es si la ley de los dioses está muy por arriba de la ley humana, y más aún, si el Estado no es capaz de  manifestar piedad para con los familiares. Antígona desobedece al tirano y sepulta el cuerpo de su hermano, y por esa falta es ajusticiada. La gloria no será para ella, por ser mujer. Y así como esos, hay infinidad de referencias en la literatura griega sobre el papel de la mujer en la sociedad y las situaciones a que puede enfrentarse, unas veces de manera trágica, otras de manera cómica, dependiendo el autor y el género literario que se maneje.

En la cuestión consignada históricamente, la mujer era castigada públicamente cuando incurría en ciertas faltas, regularmente de carácter sexual. Las únicas que podían ser eximidas de castigo por cometer adulterio eran las prostitutas. Cuando alguien era sorprendido en flagrante adulterio, era viable que fuera ajusticiado por cualquier persona que fuera tutor de la mujer adúltera, ya fuera padre, esposo, hermano, o hijo. Mientras que la mujer era ajusticiada por ahorcamiento o sepultada viva. Las mujeres que vivían fuera del hogar, consideradas prostitutas o sexoservidoras, o en el caso de adúlteras no ajusticiadas, no eran consideradas con la misma dignidad.

La mujer honesta es la sirviente del varón, con la finalidad de tener hijos, hacer las tareas domesticas, no tiene voz ni voto, no debe andar en la calle, debe ser honesta y cuidar en casa a sus hijos, no tiene derecho siquiera a oler bien. Sólo las hetairas o “compañeras sexuales” podían hacerlo. Muchas mujeres se registraban como prostitutas con tal de hacerlo. Además, las hetairas eran mujeres con quienes un hombre podía sostener un diálogo. No siempre las esposas eran capaces de hacerlo.

Si somos observadores, muchas de estas cosas vividas por los griegos o por cualquier pueblo antiguo han trascendido el tiempo y han llegado hasta nuestros días. La mujer no ha pasado de ser considerada desde sirvienta hasta objeto sexual. Hoy por hoy, las cosas han ido cambiando, es cierto. A medida que la cultura y sus valores evolucionan, cada vez hay mayor respeto por la mujer y su dignidad. La única cuestión que mueve el pensamiento en este momento, ¿será posible que la mujer se respete a sí misma y se lo crea? ¿Hasta cuándo seguirá sufriendo el menosprecio de sus cualidades y de sus virtudes?

Existen sistemas y modelos capitalistas que valoran más a una mascota que a personas en situación de vulnerabilidad, y esto incluye a las mujeres. Es más rápidamente atendida una llamada de auxilio de un animal atrapado, que la de una mujer abusada. Pareciera que vivimos todavía un ambiente donde impera la ley del más fuerte. Irónicamente, los animales viven mejor el respeto hacia sus hembras. Pero, esto es meramente una opinión personal. Cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia.


JOSÉ ALBERTO ENRÍQUEZ PRECIADO, SEGUNDO SEMESTRE


[1] Cfr. SANTIAGO GARCÍA, M. del C., KATHKOOS H POLEMIA. Una visión de la mujer en Grecia: mito, literatura e historia, publicado en Libro Anual del ISEE, México 2-13/2011), p. 48.

miércoles, 23 de mayo de 2012

"SOLO ESCUCHA SU VOZ  Y DEJA QUE ÉL TE GUÍE"

ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

Padre celestial, bendice a tu Iglesia con numerosos, santos y fervorosos sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas. Concede a aquellos que has llamado al estado de matrimonio y a los que has escogido para que vivan como solteros en el mundo las gracias especiales  que necesitan en sus vidas.

Has que todos seamos como tu Hijo, para que por Él, con Él y en él, te amemos profundamente y te sirvamos con más fidelidad, siempre y en todo lugar.

Te lo pedimos con María , Rosa Mistyca, por Cristo nuestro Señor.
AMÉN

martes, 24 de abril de 2012


TEMAS VOCACIONALES
ETAPAS DEL DISCERNIMIENTO VOCACIONAL

Primera Etapa
Etapa del Descubrimiento

En nuestra vida suceden acontecimientos que se ven marcados por una realidad profundamente humana: la del "descubrimiento". En nuestra niñez prontamente descubrimos la seguridad y el deber de obediencia a nuestros padres y mayores. En la pubertad y adolescencia ocurre el descubrimiento de la sexualidad, y genitalidad que se asientan en nuestro cuerpo e inciden en el espíritu; al mismo tiempo hacemos el descubrimiento del 'otro' no como objeto del que puedo disponer, sino como sujeto con el que puedo caminar. Es en este tiempo precioso de novedades, es que también hacemos el descubrimiento del mal uso de la libertad, de los vicios, de la superficialidad y el desorden en la vida; pero al mismo tiempo, descubrimos que estamos hechos para algo más grande; en el corazón se da una serie de anhelos y sueños que buscan realizarse con imperiosa necesidad. Es en esta etapa donde urge descubrir para qué estamos aquí, en este mundo, en este momento de la historia, en el seno de una familia concreta y en una Iglesia que tiene urgencia y demanda de cristianos auténticos pero en diferentes vocaciones y ministerios.

La pastoral vocacional ofrece en este primer momento una serie de temas que invitan al descubrimiento de "uno mismo", "del otro" y de Dios. Respóndete a ti mismo:
1. ¿Quién soy? La realidad y el drama de la búsqueda.
2. ¿Qué talentos tengo en mis manos? La conciencia
3. ¿Qué quiero ser? Las metas y prioridades de mi vida
4. ¿Qué quieres Señor, de mí? ¡Habla que tu siervo escucha!

Signos y síntomas de una llamada de Dios a alguien para consagrarse a él en la vida religiosa o la sacerdotal.

Como en el amor humano, en la vocación sacerdotal no hay reglas absolutas. Se puede, sin embargo, tener en cuenta algunos aspectos o rasgos generales que ayudan a discernir si un joven está siendo llamado por Dios o no.

•  Vida en gracia. Podemos decir que el fin último del ministerio sacerdotal es lograr que todos los hombres vivan en gracia de Dios y así se salven eternamente. Para eso vivió, murió y resucitó Jesucristo, para darnos vida eterna.

•  Los cristianos, auxiliados por los sacramentos, debemos y podemos vivir permanentemente en gracia. Es por eso que recibe el nombre de gracia habitual. Siendo frágiles cualquiera puede en un momento dado cometer un pecado o error y verse así privado de la paz interior. Un católico no tolera vivir en pecado y busca la reconciliación con Dios en el sacramento de la penitencia lo más pronto posible.

•  Gusto por las cosas de Dios. Muy raro sería que se manifestara una vocación en un muchacho tibio y desapegado. Por lo general, existe una inclinación, tal vez heredada y vivida en la familia, hacia lo religioso, lo pacífico. El gusto por las cosas de Dios, a pesar del mal ambiente familiar, puede llegar súbitamente como un magnífico descubrimiento a partir de un encuentro con Cristo, por ejemplo en una jornada de vida cristiana o en un retiro espiritual. De pronto Dios es el personaje más importante en la existencia y todo lo que tenga que ver con Él es maravilloso: Biblia, sacramentos, catequesis, apostolado, parroquia, oración, obras de caridad, liturgia, servicio, etc... No es de extrañar, por lo tanto, que se diga: "esto es lo mío" y piense entrar en alguna comunidad religiosa o seminario.

•  Capacidad intelectual. Cuando un joven ha podido terminar estudios secundarios, está demostrando al menos dos cosas: cierta capacidad intelectual y haber tenido la disciplina suficiente para terminar satisfactoriamente. Podemos sospechar que los estudios filosóficos-teológicos no serán un obstáculo infranqueable. En la comunidad o cualquier casa de formación religiosa/sacerdotal se estudia mucho y por largos años. Por lo general son tres años de filosofía y cuatro de teología, aparte de un año de noviciado. Es por eso que hacen falta tanto la inteligencia como la perseverancia. Los sacerdotes, al final de sus estudios, son tan profesionales o más, que un licenciado, ingeniero o doctor.

•  Equilibrio emocional. El ministerio sacerdotal o la consagración religiosa, y la vida misma en el seminario o casas de formación, van a someter al joven a duras pruebas y presiones. Es por eso que se requiere de una estabilidad bien cimentada. Las personas frágiles, volubles, en extremo emotivas, desequilibradas, no son aptas para el sacerdocio y tal vez ni para el matrimonio. Cuando se tiene sobre los hombros la responsabilidad de una parroquia o la dirección de una escuela, cuando los problemas de la gente llegan por todos lados, cuando hasta las tentaciones acechan, es necesario poseer una ecuanimidad y un dominio de sí a toda prueba. Una persona sin esas cualidades será un problema permanente tanto en el seminario, como en la casa de formación, y siempre en la vida ministerial o religiosa.

•  Vida de castidad. Relacionada con la estabilidad emocional viene la capacidad de vivir en castidad perfecta. En un mundo hedonista, donde se concede un valor absurdo e indiscutible al placer y consumismo, sea del tipo que sea, el voto de castidad parece una locura incomprensible. Pero es la gracia de Dios que nos ayuda a vivir con libertad la grandeza del amor a los hombres. Nos hacemos libres para amar no a uno en particular sino a todos en Cristo. Casto es ser transparente en las manifestaciones afectivas, emocionales.

            No temer a ello, sí se puede. Jesucristo nos dice: “Mi gracia te basta”. El candidato a la vida consagrada es invitado a continuar viviendo la castidad del célibe cristiano, permanentemente, por el Reino de los Cielos. Si ya desde joven ha comprobado tristemente que no le es posible la continencia, debe antes de atreverse a emitir el voto de castidad, comprobar que ha superado esa debilidad y puede en el futuro ser fiel a su promesa.

El voto de castidad hace del sacerdote y del religioso o religiosa, no solamente un hombre o mujer libre de las cargas inherentes a la vida de familia, sino también un signo impactante para el mundo, de los valores trascendentales del Reino de Dios. El que un hombre o mujer renuncie a una cosa tan de acuerdo con la naturaleza humana, como es formar una familia, supone un acto de fe formidable en la Vida Eterna de la Gloria. Es pura gracia.

•  Amor a la Iglesia. El religioso(a) y el sacerdote trabajan tiempo completo por el Pueblo de Dios: Todas sus energías, proyectos, ilusiones, van encaminadas a la instauración del reino de Dios en la tierra, extendiendo sus límites a los confines del mundo. En otras palabras, toda su vida en una apasionada entrega a la Iglesia. Un muchacho que ha descubierto el proyecto de Dios, ama ya a la Iglesia y trabaja por ella en obras de apostolado desde su posición laical. No solamente medita directamente el Evangelio, sino que estudia asiduamente los documentos del Magisterio. Escucha atentamente la voz del Papa y de su obispo, se interesa en los acontecimientos eclesiales como pueden ser los viajes pastorales del Papa, las reuniones episcopales como el CELAM, etc... Es en otras palabras, un "hombre de Iglesia".

•  Amor a la Eucaristía. Podemos decir que la cumbre del ministerio sacerdotal es la celebración de la Eucaristía (misa); "ella es cumbre y fuente de la vida de todo cristiano." En la misa es cuando un sacerdote es más sacerdote. Es cuando los poderes sacerdotales rayan en lo inaudito: ¡consagrar el pan y el vino para ofrecer al Padre la Víctima Divina y luego repartirla al pueblo fiel! La intimidad con Jesús Eucaristía es uno de los signos más claros del llamado al sacerdocio. Pasar largos ratos ante el Sagrario, participar gustosamente en la misa, comulgar no tan solo los domingos, sino a diario si es posible, sería lo más lógico en el proceso hacia el sacerdocio. Esta gracia se va adquiriendo poco a poco, si por ahora no tienes esta práctica, ten calma, más adelante, con las oraciones y la bendición de Dios, llegarás a amar la Eucaristía, pues de él brota toda la fuerza de nuestra consagración.

•  Actividad Apostólica. Se ha mencionado que el candidato, por su amor a la Iglesia, participa en el apostolado. Del mismo modo como un chico que desea ser futbolista se pasa el día pateando pelotas y no pierde ocasión de jugar, el muchacho que es llamado al sacerdocio, se interesa por las obras de apostolado generosamente. Tal vez no lo reflexione ni se dé cuenta, pero el apostolado se convierte en el valor principal en su vida: ir de misiones, llevar esperanza a los asentamientos humanos, pueblos lejanos, olvidados…a los pobres darles ánimo y levantarles su dignidad de hijos(as) de Dios. Podemos decir que el celo apostólico es un signo y un camino de la vocación sacerdotal y de consagración religiosa.

•  Amor a los hombres. Ligada a lo anterior, el consagrado(a) no se fuga del mundo ni es incapaz de amar ni tampoco le tiene miedo a las mujeres o a los hombres; siente un amor y respeto profundo por ellos, el mismísimo amor de Dios lo mueve y lo apasiona; si no fuera así, estaría llamado a muchas cosas quizás, pero no a consagrarse a Dios. Más al contrario, cuando uno descubre en su vida la bondad, misericordias y amor de dios, es cuando más ama, más ama a sus familiares, a sus amistades, a las personas que le rodean. Se entrega, se abre a la belleza de la vida. Nos hacemos totalmente otro, llegamos a decir como Pablo: “No soy yo quien vive en mí, es Cristo quien vive en mí”

Segunda Etapa
Etapa de Búsqueda.

Cada día que empieza trae sus metas, preocupaciones, derrotas, esfuerzos y conquistas; pero es indudable que la pregunta por el mañana y lo de deseamos de él caracteriza a la juventud. Su santidad Juan Pablo II afirmó sin vacilaciones en su libro Cruzando el umbral de la esperanza, que la juventud "no consiste en al acumulación de un determinado número de años, sino en el período que buscamos respuestas a las grandes interrogantes de la vida, y buscamos darle sentido a la misma". ¡ Búsqueda , he aquí la segunda gran etapa de nuestra vida! El ser personas en búsqueda, obedece a que somos seres inacabados, somos "proyectos", nos estamos realizando y construyendo a diario. Todos buscamos la felicidad, la verdad, la eternidad, el amor; donde nos distinguimos unos de otros es en el "donde" lo estamos buscando.

En la segundo etapa del discernimiento, la pastoral vocacional pretende acrecentar en los jóvenes esa búsqueda de respuestas y de sentido para sus vidas. Quiere ayudar a los jóvenes a no identificar placer con amor, peligro con riesgo, alegría superficial con felicidad duradera, acompañándoles en su búsqueda, ayudándoles a decirle a Jesús, lo mismo que un día, el joven Samuel le dijo a Dios: "habla, que tu siervo escucha". Nuestra meta no consiste en ayudar a los jóvenes a ser curas o monjas a cualquier precio, sino santos y felices seres humanos. Si logramos esto, al tener hombre cristianos auténticos y felices, es seguro que Dios suscitará abundantes siervos y ministros del altar, santos y felices.

 CONTENIDOS DE ESTA ETAPA
•  Vocación a la vida y la vida como vocación: El hombre en búsqueda de Dios.
- La búsqueda de felicidad y de sentido de la vida: Dios al encuentro del hombre.
- La ciudad del hombre (el mundo real: historia y utopía) la ciudad de Dios (el mundo ideal: metahistoria y escatología)
•  Las crisis y tentaciones ante la llamada de Dios.
•  Diferentes respuestas a una única llamada: ser santos y felices.
•  Las nubes de la decisión.

Tercera Etapa
Etapa de Discernimiento

Tomás de Kempis, autor de la Imitación de Cristo (siglo XV), exhortaba a tener prudencia en las acciones con las siguientes palabras: "No se debe dar crédito a cualquier palabra ni a cualquier espíritu; mas con prudencia y espacio se deben, según Dios, examinar las cosas. [...] La buena vida hace al hombre sabio, según Dios, y experimentado en muchas cosas. Cuanto alguno fuere más humilde en sí y más sujeto a Dios, tanto será más sabio y sosegado en todo."

A veces no sabemos que rumbo tomar ni por cual decisión optar; es en estos momentos donde necesitamos sabiduría, prudencia y discernimiento para no equivocarnos, ni herirnos ni herir a las personas que están a nuestro alrededor, lo peor que nos puede pasar en la vida es "pasar" por ella y que ella nos pase a nosotros, o simplemente querer pasarla bien. Discernir significa medir fuerzas, capacidades, valorarse y arriesgarse. El Papa Juan Pablo II nos hacía un reto que no podemos olvidar: "Jóvenes, cuando elijan su futuro, no lo hagan sólo para ustedes mismos." Una vez que hemos descubierto que no estamos demás en el mundo y que hemos avanzado por la vida buscando respuestas, debemos detenernos y discernir, para esto se hace necesario intensificar el dialogo con Dios y con los otros; en esta etapa se hace urgente y necesario preguntarse muy en serio, ¿qué quiero? ¿puedo conseguirlo? ¿por cuanto tiempo?¿con qué auxilios? Y lo más importante ¿Eso es lo que Dios quiere y me pide? ¿Puedo darlo? ¿Quiero darlo? ¿Me hará feliz? Si hay algo que caracteriza a esta etapa es que nunca como en ella, el destino está en tus manos; la decisión que tomes será la correcta, pues viene de ti.

 El destino

"Cuentan que había un hombre muy sabio y anciano en la cumbre de un "monte". La gente de la aldea al corregir a sus hijos siempre les decían: no griten, porque el anciano sabio que mora en lo alto del monte dice que: ¡Quién grita pierde la razón y ofusca el corazón! No peleen, porque el anciano enseña: ¡Quién emplea la fuerza oculta su vulnerabilidad, al no ser fuerte como hombre, libera un monstruoso animal que lleva dentro de sí! No falten a sus mayores, ya que el sabio de la montaña instruye: ¡Quién ignora las canas, ignora el futuro y quien no respeta el mañana, irrespetara el ahora! Todos los minutos, a cada acción de los jóvenes y niños rebeldes, le sucedía una enseñanza de los padres, de lo que decía el anciano sabio que moraba en el monte. Como era de esperarse, ellos estaban hartos de tanta enseñanza, y un día, dos de ellos se decidieron poner fin a la fama de sabio del viejo del monte. Salieron con esa intención muy temprano y buscaban la manera de consumar su plan. De pronto dos pajarillos que ensayaban sus débiles alitas cayeron ante ellos de la copa de un árbol El mayor de los dos jóvenes exclamó: ¡Ya lo tengo! ¿Qué cosa? Preguntó el otro. La manera de acabar con la fama de sabio del viejito. Esto es lo que haremos: nos acercaremos a él con las manos ocultas y le preguntaremos: Anciano sabio: ¿A qué hemos venido? Si nos dice algo parecido como: a preguntar algo, creo..., le diremos: sí. Dinos: a parte de las preguntas ¿traemos algo más? Si nos dice que llevamos los pajaritos, porque tal vez nos vio y no nos dimos cuenta, le diremos ¿Y como están esos pajaritos? Si nos dice que están vivos, los apretamos y sofocamos y se los enseñamos muertos. Si nos dice que están muertos, abrimos las manos y los dejamos volar. Y se acabó su fama y la necedad de nuestros padres, y ya.

Así subieron el monte cuando llegaron donde el sabio y le dijeron: Dinos sabio ¿A qué hemos venido? El anciano con sus ojos cerrados, les respondió: Supongo que han venido a buscar respuestas. Más o menos, dijeron los jóvenes. ¿Sabes si traemos algo más? Si, respondió el anciano suspirando profundamente. ¿Dinos que traemos? Traen sus vidas y unos pajaritos en sus manos. Palideciendo, los dos jóvenes replican: ¿Dinos como están esos pajaritos? Ya se los he dicho, pero no supieron escuchar. Abriendo los ojos y clavándolos en los de los jóvenes les dijo: Traen sus vidas y unos pajaritos entre sus manos. Esos pajaritos representan su juventud y sus vidas, ellas están como ellos: en sus manos. Si los quieren vivos, vivirán, si los quieren muertos, morirán". ¿Sabes lo que quieres y cómo lo quieres?

DEFINICIÓN

En esta etapa de discernimiento vocacional se estimula el crecimiento de las inquietudes vocacionales de quienes perseveran en los encuentros, y de aquellos que crecen en sus comunidades o parroquias a través de sus compromisos apostólicos, grupales y parroquiales; dando prioridad al crecimiento espiritual fundado en una fe sólida, que crece y madura en la frecuencia sacramental, la oración y el apostolado.

Toma de decisiones

Ya estamos en el umbral de las respuestas, fue toda nuestra niñez llega de preguntas: ¿qué es esto? ¿Aquello? ¿Por qué es…? ¿Para qué…? Llega la adolescencia y abandonamos las preguntas para aventurarnos a la libertad, al descubrimiento de uno mismo… Ahora estás en plena juventud con interrogantes aún sin resolver: ¿casarme? ¿Profesión? ¿Trabajo? ¿Ser padre/madre de familia? Hora de tomar decisiones. Nadie lo hará por ti. Esta etapa es la más especial, pues ya has recorrido largo camino de discernimiento. Decide de acuerdo a tus convicciones, de acuerdo a tu conciencia, a tus creencias. Que nada influya tu decisión trascendental, pues de ella depende tu felicidad.